sábado, 8 de diciembre de 2012

Buena gente (antes Porquería IV)

Marcial Cuquerella (@mcuquerella)

Cuando pienso que Juan Pablo II no tuvo el Nobel de la Paz, y John Wayne sólo tuvo un Óscar, relativizo lo de los premios.

Cuando he leído esta tarde este tuit me ha venido a la cabeza la historia de Irena Sendler, que cuenta Fernando Díaz Villanueva en su libro Historias con vida propia. y también está en los archivos de Libertad Digital, pues de ahí es de donde se han extraído las historias del libro:

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Irena Sendler era varsoviana, católica y trabajaba como asistente social en un comedor para indigentes. Si no hubieran los nazis invadido Polonia y exterminado a toda su población judía, su historia personal hubiera sido muy distinta. Con toda seguridad no hubiese pasado de ser una buena persona que ayudaba humildemente a los demás y gózó de una larga vida casi centenaria. Pero le tocó vivir años de infamia y cobardía. Infamia de los verdugos que asesinaron como ratas a seis millones de seres humanos indefensos, cobardía de muchas víctimas y cómplices, que miraron hacia otro lado. 

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Fue Israel la que le sacó del anonimato. En 1965 el Yad Vashem, conocedor de su historia por algunos de los sobrevivientes que habían sido enviados a Palestina, la nombró Justo entre las Naciones. Pero habrían de pasar casi 40 años para que fuera reconocida en su patria. En 2003, el presidente Alexander Kwasniewski la condecoró con la orden del Águila Blanca, la más prestigiosa de Polonia. En 2007, con 97 años, el presidente Lech Kaczynski la postuló como candidata al Nobel de la Paz. Los noruegos, sin embargo, se decantaron por Al Gore, un farsante cuyo único merecimiento era un documental lleno de mentiras. Un año después, Irena Sendler murió en paz en un asilo de Varsovia, admirada por todos.
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Las negritas son mías
Merece la pena leer su historia en el enlace a Libertad Digital.

Para que luego nos hablen de premios.

¡Qué porquería!

5 comentarios:

S. Cid dijo...

¡Qué bonita historia! Se te humedecen los ojos, más que por la gesta en sí (que ya es gesta), por el final: "Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía, nada más", le dijo a un periodista español hace tres años. "Cada niño que salvé es la justificación de mi existencia en la Tierra y no un título de gloria". Gente así te hace volver a creer en la especie humana.

A Sanz-Briz, otro gran olvidado, le puse en mi lista de recordados.

MGae dijo...

La historia de Irena tuvo su versión televisiva no hace demasiado: "The Courageous Heart of Irena Sendler".
Y muy cierto, S.Cid, es una de esas historias que nos hablan de lo mejor del ser humano.
Saludos a los dos.

caraguevo dijo...

S. Cid y MGae: Me alegro que os haya gustado esta porquería. Cuando leí que prefirieron darle el Nobel a Al Gore iba a hacer una anotación sobre ella pero, en una clara muestra de chovinismo, preferí referirme a los otros Sanz-Briz españoles durante la 2ª Guerra Mundial.

El tuit sobre los premios me ha permitido recuperar la historia de Irena Sendler.

Un saludo a las dos

URUMO dijo...

La tradición judía contempla un hermosísimo grupo humano al que llaman los Tzadikim Nistarim. Un grupo que también tiene su eco en el Islam.
Los Tzadikim Nistarim son los "treintaiséis justos" anónimos, discretos, ocultos y ordinarios seres humanos cuya bondad sostiene el mundo.
No conocía el título que concede Israel hasta leerlo aquí pero creo que, aun vulnerando el anonimato de Irena Sendler, algo tiene que ver con su tradición.
Magnífica entrada. Cámbiale el título.

caraguevo dijo...

URUMO: Hace años leí un libro, Los 36 hombres justos, de Sam Bourne y utilizaba esta tradición que comentas.

Tu petición ha sido considerada y aceptada de muy buen grado.

Un saludo