jueves, 25 de abril de 2013

Mitos en blanco y negro



Francisco Cano, Alicante 1902 Probó suerte como profesor de natación, boxeador y novillero antes de dedicarse profesionalmente a la fotografía. Su amistad con Gonzalo Guerra Banderas, quien lo refugió en su casa durante la Guerra Civil, fue trascendental para su dedicación a la fotografía. Desde entonces ha sido fácil encontrarlo en las grandes plazas de toros ataviado con su gorra blanca y pegado a su cámara, preparado para inmortalizar lo que pase en el ruedo, entre barreras y en el tendido; con los toreros, con los artistas españoles más populares y con los mitos de otros países que se acercaban a aquella España.


La España de los 50 y 60 
Grandes mitos de la cultura mundial sembraron parte de su obra en la España de la década de los 50 y 60.Vinieron a nuestro país para trabajar durante un tiempo de su carrera, pero mientras rodaban escenas o escribían páginas de una novela, sintieron cierto apego a muchas de nuestras tradiciones. Sus respetados nombres no fueron obstáculo para querer presenciar y participar en costumbres tan arraigadas en ese momento, como una capea, compartir un popular almuerzo a pie de calle o disfrutar de un vino peleón directamente de una botella o a caño de una bota. El paso de todos ellos por España engrosó la obra de estos mitos, pero también ayudó a enriquecer la obra de Cano, quien retrató a muchos de ellos para la historia en circunstancias y ambientes irrepetibles. 

Mitos y toros 
Unas veces amigo de las estrellas nacionales, otras tan solo compañero de fiestas memorables. Cano se rodeó en su vida de los nombres más dorados del mundo de la canción, el baile y el cine. Del bar de paso al restaurante más conocido, del tablao más popular a la fiesta más restringida. Grandes nombres de la cultura mundial del siglo XX como Ernest Hemingway, Charlton Heston o Orson Welles posaron para Cano en el tendido o en la barrera de alguna de las grandes plazas de España. La admiración que sentían por la fiesta nacional les hizo adentrarse en un mundo y una cultura, llegándose a codear con toreros, apoderados y aficionados. Cano se ganó la amistad de alguno de ellos, como Hemingway, con quien compartió tardes no solo de toros, sino también de inacabables fiestas, comidas informales y largas sobremesas.

Texto tomado del díptico de la exposición.
El domingo pasado se clausuró una exposición de fotografías de Francisco Cano.
La exposición estaba en el antiguo dormitorio del convento del Carmen, un espacio espectacular en la segunda planta, que era la primera vez que pisaba.

Fotografías de famosos como los citados más arriba o, ya de casa, Raphael, Rocío Jurado, la duquesa de Alba con su primer marido, Lola Flores y toreros como Manolete, cuya mortal cogida fue inmortalizada únicamente por Francisco Cano, lo que le supuso un gran reconocimiento internacional.

Las fotografías, algunas conocidas, han tenido un continente a su altura, y no lo digo porque fuera una segunda planta.

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