lunes, 18 de marzo de 2013

La Geperudeta


Uno de los actos más importantes, emotivos, y también hay que decirlo, más quebraderos de cabeza da a la organización, es la Ofrena a la Mare de Deu, la Ofrenda.

La imagen de esta Virgen es muy distinta a las demás por su joroba y tiene una explicación podemos leer en LEVANTE a cargo de un especialista como es Baltasar Bueno, periodista ducho en tradiciones e historias religiosas como pocos:

No hay conferencia, charla, tertulia o coloquio al que me invitan donde alguien no pregunte por qué a la Virgen de los Desamparados se le conoce por el popular nombre de «Geperudeta». Es la típica pregunta que uno siempre espera que se haga, por extraño que pueda parecer, después de casi seis siglos de historia e historias de la imagen. 
Veamos desde el punto de vista iconográfico la talla histórica (siglo XV) de la Mare de Déu dels Desemparats. Está de pie, no sentada como las imágenes marianas más antiguas, las románicas. Es gótica y lleva el Niño Jesús en brazos, que mira a Ella dulcemente y porta una cruz que es el emblema de la Cofradía y el «Spital dels Folls».



Es una talla hierática, construida en principio para estar yacente sobre los féretros de los cadáveres de los ajusticiados y de aquellos que no tenían familia que les enterrasen, los cuales, en la terminología actual, llamaríamos cadáveres judiciales. Su posición es como las de las imágenes que conocemos como la Mare de Déu d´Agost o Mare de Déu dormida, con la diferencia que la de los Desamparados no tiene los ojos cerrados, sino abiertos. El rostro original —no el que tiene ahora fruto de dos deficientes restauraciones de Ponsoda y Carmelo Vicent– tenía los ojos rasgados, pequeños labios y nariz alargada. Sus cabellos están esculpidos en madera, ocultos por una inapropiada peluca, aditamento del siglo XVII.
La imagen realmente hermosa es la que está despejada de cualquier añadido. Se puede apreciar la idea en la Peregrina, cuando sale al Traslado, que sólo lleva el manto, sin peto, y puede observarse la escultura desnuda y dorada como corresponde a las tallas góticas.




La inclinación de la cabeza, que a ojos de la gente le hace aparecer como «geperudeta», se debe a que fue esculpida ya en origen para ir acostada sobre los ataúdes, protectora de los sin nadie y desamparados en su último trance en este mundo, y para colocarle almohadón, se le daba a la cabeza de la talla la inclinación debida. Su posición, como a veces se explica, es que la Virgen tiene la posición de la cabeza mirando hacia abajo, mirando a la gente. No. Aunque es poética la interpretación, la verdadera causa se debe a la función que tenía en origen en los entierros.
En razón a ello, cuando un escultor tiene que hacer una imagen de la Virgen de los Desamparados, se cuida mucho de tener en cuenta la medida precautoria de a la hora de otorgarle a la cabeza la inclinación debida, acostar la talla, ponerle debajo de la cabeza una almohada y hacer la medición y comprobación exacta, que haga culminar con éxito la fabricación, única manera de que sea fiel a la imagen histórica de la Real Basílica.
Con el tiempo, una disposición eclesiástica ordenaría que la imagen continuara acompañando los féretros, pero de pie, erguida, no sobre los féretros, y más tarde ya, ni eso.



Las fotografías son de esta mañana, con el primer día de la Ofrenda ya realizado, por eso el tapiz está a mitad.
La última imagen corresponde a un San José, que no sé qué pinta en esta historia.
Mañana, el día de San José se le realiza su propia ofrenda en el puente que lleva su nombre.
Según comentarios de lugareños con los que me he cruzado haciendo la foto, esta imagen la colocan ahí desde hace pocos años y, según ha dicho uno de ellos, el más sabido: No molesta.

Otro día hablaremos de la diferencia entre la Mare de Deu y la Verge, que no son lo mismo, aquí no.

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