miércoles, 5 de septiembre de 2012

Artículo de Juan Carlos Girauta hoy en ABC


Más madera - Juan Carlos Girauta


 DESDE que Rajoy se ha explicado en estas páginas, se ha puesto más difícil atribuir sus problemas a la comunicación. Nunca debimos apuntar a ese flanco, salvo para recordar que, más que flanco, es núcleo. En realidad, no hay gobierno democrático que no comunique con alguna eficacia, y no porque la opacidad reste legitimidad de ejercicio, como ahora bromea Alfonso Guerra, sino porque sin mensajes convincentes insertos en un discurso estructurado no se alcanza el poder. Y eso vale para los magos desatados, como el viejo jefe de Guerra, y para los gobernantes contenidos como Rajoy. Por cierto, olvidemos la galleguez: forjarse imagen de gestor prudente es un logro del marketing, y no menor.


Aunque la política contemporánea dependiera menos de la comunicación, seguiría siendo preceptivo un especial esfuerzo cuando se aplica un programa tan diferente del que te dio el cargo. Bien, ya se ha hecho; ahora examinemos el material. Reconoce Rajoy que no cumple lo dicho, y es imposible dar con justificación más grave que la que esgrime: ¡la realidad! Tanto peso tiene que habrá que despacharla a pedacitos. Uno creía que el programa del PP estaba pensado para la realidad, no para ganar y luego ya veremos. Cabe entender que el presidente alude a la realidad encontrada, y que esta nada tiene que ver con la esperada, lo cual dice poco de los equipos expertos del PP. Cuesta imaginar a personas tan serias sorprendiéndose genuinamente por el incumplimiento zapaterino del déficit. Cuesta tanto que no puedo.

Si suspendiéramos la incredulidad, restaría una cuestión: ¿es posible ser liberal en España? O, más concretamente, ¿es posible seguir siendo liberal cuando tienes el BOE? Porque la apelación presidencial a la realidad lleva implícito un mensaje mortífero: cuando las cosas están feas y se necesitan resultados rápidos, hay que optar por políticas socialdemócratas. El PP y su laboratorio de ideas han pasado años produciendo doctrina, empaquetándola en mensajes políticos y difundiéndola: creemos en la bajada del IRPF, no estamos por la subida del IVA, no hay que dedicar un euro público a la banca, es urgente podar el entramado administrativo de centenares de entes colgantes, etcétera.

A la hora de la verdad, no creen en ninguna de estas cosas. Rajoy no incumple su programa para fastidiar sino, según dice, porque se enfrenta a la realidad. Como si toda su producción previa de propuestas estuviera pensada para la irrealidad, asume el coste de echarse atrás en todos y cada uno de sus postulados. Por el bien de España. Cuando vamos en serio, nuestro modelo no vale; vale el de la izquierda, pero bien gestionado. Aumentar la presión fiscal, aumentar la deuda pública, comprometer al erario en el salvamento de la banca, resistirse al adelgazamiento del Estado y presionar al BCE para que le dé a la maquinita de los billetes, se salte sus estatutos y contenga la prima de riesgo. Más madera.
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Cuando oí el otro día al presidente decir eso de la realidad me pregunté, retóricamente, ¿Con qué datos hicieron el programa electoral? ¿en qué mundos de Yupi vivían/viven?.
Pues eso.
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