miércoles, 27 de octubre de 2010

Viajeros al tren

Este viernes y sábado se han celebrado las Jornadas europeas de Patrimonio 2010, dedicadas este año a la arquitectura contemporánea.
El viernes hubo una visita de arquitectura guiada a la Estación del Norte., que debe su nombre a la compañía a la que pertenecía no porque conectara con ciudades del norte. Conectaba Valencia con Barcelona, con Madrid vía Albacete y con Cuenca vía Utiel al absorber esa línea con el derribo consiguiente de la estación correspondiente.
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Tuvimos la suerte de que actuara como guía Inmaculada Aguilar Civera, profesora de Historia del Arte y especialista en arquitectura industrial y más específicamente ferroviaria.
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La primitiva estación de la Compañía de Ferrocarriles del Norte estuvo situada en la confluencia de la calle Ribera y la Plaza del Ayuntamiento, pero la tranformación que se produce en esta zona a principios del siglo XX y la necesidad de facilitar el tráfico por la ronda, ocupada antes por la muralla cristiana, aconsejó su alejamiento del centro, pensando ubicarla en el cruce de las grandes Vías aunque las protestas por la lejanía del lugar elegido hizo que que se optara por el traslado al emplazamiento actual.
De hecho, la compañía tenía comprados los terrenos antes de esta decisión final, por eso la playa de vías y los pabellones de mercancias y talleres se construyeron en esa zona, al sur de las grandes Vías, quedando la estación en el cuello de botella actual.
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Proyectada por el arquitecto valenciano Demetrio Ribes Marco, arquitecto de la compañía, en 1906, con proyecto definitivo de 1908 e inaugurada en 1917, constituye uno de los mejores edificios de nuestra arquitectura civil y es punto de referencia monumental y representativo de Valencia.
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Es una estación término en forma de U, como también lo fue después la ya derruida estación de Aragón, con patio de carruajes, ala de oficinas, ala de salida y mensajería-mercancias y pabellón central con todos los servicios de la época: vestíbulo, taquillas, fonda, restaurante, etc.
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En su interior, la cubierta, una gran marquesina de chapas de fibrocemento sobre una potente estructura metálica con apoyos articulados, constituyó en su época un verdadero alarde tecnológic, cubriendo una luz de 45 m, con un alongitud cercana a los 200 m. Su estilo se adscribe al movimiento modernista, dentro de la corriente denominada Sezession Vienesa, pero es la manera peculiar con la que Ribes interpreta el estilo lo que la dota de notable singularidad con una personal reinterpretación de ornamentos de la escuela de Viena, que utiliza con maestría y adapta a la industria valenciana del momento de la que destaca la cerámica y mayólica elaborada en La Ceramo (Benicalap) y Onofre Valldecabres (Manises) como se puede apreciar en la antigua fonda.
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La fachada principal trata de compensar su acentuada horizontalidad con la disposición de tres cuerpos resaltados, dos de ellos en los extremos formando torreones, y el tercero en el centro marcando el acceso. En ella destacan los abundantes detalles decorativos, coloristas, con numerosas piezas cerámicas que reproducen distintos adornos florales y abundancia de escudos de la Compañía de Ferrocarriles del Norte y de la ciudad de Valencia.
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Muy interesante resultó ver el vestíbulo de las oficinas, que no es público, por la integración tan esmerada de las diferentes artes aplicadas en tan reducido espacio.
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Una curiosidad desconocida por mí fue enterarme que por las 4 puertas (2+2) que comunican el vestíbulo con el espacio de los andenes cubierto por la marquesina y que se corresponden con otras 4 en la fachada pasaban los trenes hasta llegar a la estación antigua durante la construcción de la nueva estación pues el servicio no se interrumpió.
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La visita concluyó al final de los andenes bajo donde discurrió en su día una pasarela de hormigón armado que cruzaba la playa de vías para comunicar los dos barrios colindantes. Fue una de las primeras construcciones en hormigón que se realizaron en España, con una patente del propio Ribes, que además de arquitecto fue constructor.
Y se construyó al mismo tiempo que la estación, no esperaron a que la gente protestara.
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Un elemento definitorio de la estación es la cantidad de alusiones de diferente tipo a la compañía propietaria y los deseos de Buen Viaje en distinto idiomas que se reparten por el vestíbulo
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2 comentarios:

posodo dijo...

Muy interesante.
Estaba claro que la Estación se tuvo que hacer manteniendo el paso de los trenes, pero desde luego, la solución para permitirlo resultó imaginativa y plenamente integrada en el diseño, es decir, que lo pensaron en su momento, no con las obras en marcha.
Claro, eran otros tiempos.
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¡Cachis! ¡Leyéndola he perdido el tren!
Pues nada, seguiremos leyendo.

caraguevo dijo...

Sí, y lo de la pasarela también demuestra previsión, como ahora. Por cierto, la derribaron en los años 60.