jueves, 2 de septiembre de 2010

Imaginación al poder

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento buscaron a un "chivo expiatorio" para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, ya conociendo que tendría escasas o ninguna oportunidad de escapar al terrible veredicto: ¡LA HORCA!
El Juez, también cómplice, cuidó de dar todo el aspecto de un juicio justo y por esta razón le dijo al acusado:
-"Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino"
Por supuesto, el funcionario corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE" y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se dio cuenta que el sistema propuesto era una trampa.
No había escapatoria.
El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes, le reprocharon airadamente.
- Pero... ¿qué hizo?... ¿Y ahora?... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?
- "Es muy sencillo" respondió el acusado, "Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí"
Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.

7 comentarios:

Guido Finzi dijo...

Reconforta saber que, a veces, uno logra eludir su destino de chivo ex-plicatorio (en dos palabras, que diría cierta luminaria de Occidente).

Me hiciste acordar de aquel jasid, malintencionado, que quería probar la inteligencia de su nuevo rabino. Guardando una mariposa en el puño, se acerca para preguntarle: "Rabi, la mariposa que tengo en esta mano ¿está viva o esta muerta?". Si la respuesta era sí, abriría la mano, y la mariposa saldría volando. Por el contrario, si el rabino respondía que no, apretaría el puño, y al abrilo, el insecto estaría muerto.
Llegado junto al Maestro y extendiendo la mano cerrada, le pregunta: "Rabi, la mariposa que tengo aquí, está viva o está muerta?. El rabino lo mira y le contesta: "Está en tus manos".

Un saludo

caraguevo dijo...

Decías en una respuestas de tu última anotación que, a veces, los comentarios son más interesantes y realzan la anotación. Éste es el caso.
.
He comentado con un compañero lo del cementerio inglés en Madrid. A ver si en una próxima visita sacamos tiempo y lo visitamos. Dice que es muy interesante el de Huelva.
Aquí en Valencia también tenemos uno, junto al civil.
Un saludo.

S. Cid dijo...

Muy curiosas las dos historias, la de la entrada y, ¡oh, sorpresa!, la que reservaba Guido en los comentarios. Yo contaré otra, aunque pelín diferente:

Bloqueada en un examen, una pobre chiquilla, excelente estudiante, supo que lo suspendería, como así fue. La sorpresa en la clase fue mayúscula, pues sus notas nunca habían bajado de notable. Algunas compañeras creyeron ver en el suceso la oportunidad para arrastrar al ídolo caído, de modo que fueron tras ella por la calle, de camino a casa, especulando a sus espaldas sobre la variada clase de castigos que hallaría allí al llevar la noticia. Cuando, por fin, entró en la casa, la siguieron hasta el salón y la madre, que se hallaba sentada en el sofá, observó curiosa la estampa que le mostraba a su hija aguantando las lágrimas, mientras un corrillo de chiquillas aguardaba murmurante a sus espaldas.
-Mamá -dijo, he suspendido el examen.
La madre asintió con la cabeza mientras oía cómo las niñas preguntaban:
-¿La vas a pegar?
-¿La vas a castigar?
Con lentitud, se giró en busca del bolso y sacó el monedero, del que extrajo un billete.
-Toma -le dijo a la hija- y vete a comprar unos refrescos y unas chuches.
La hija, asombrada, le preguntó:
-¿Pero por qué?
-Porque -contestó la madre-, hija, te queda una larga vida de estudiante por delante y éste no será el único suspenso que traigas, pero en una cosa sí es único: es el primero. Así que vamos a celebrarlo.

Obviamente, fue la comidilla del colegio al día siguiente... :-)

caraguevo dijo...

¿Suspender? ¿aixo que vol dir? ¿No es un palabro prohibido y desterrado por el Régimen? ¿eso se da en Ejpaña?
Está bien, lo aceptamos como animal de compañía por esta vez, pero que no repita, que luego lee el blog mi sobrino el pequeño y ya me lo veo traumatizado al leer la palabra "suspender".
Un saludo.

Guido Finzi dijo...

Suspender? eso es castellano antiguo ¿no?

Guido Finzi dijo...

ah, por cierto, muy buena la anécdota de S. Cid. ¿Seguro que eso ocurrió aquí y no en Australia?

S. Cid dijo...

Y tan antiguo, como que, en la RAE, la palabrita aparece como en desuso, jajajaja.

Pero, no, Guido, no ocurrió en Australia. Aunque parezca mentira, sucedió en España. Bueno, entonces, al menos, era España. Ahora ya no tengo tan claro que lo sea, jajajaja.