viernes, 13 de agosto de 2010

Chocolate

El chocolate llegó a España de la mano de Hernán Cortés en 1520, después de la conquista de México.
Desde su irrupción en el viejo Continente despertó una ola de controversia en la medida en que se le atribuían propiedades medicinales, reconstituyentes e incluso afrodisíacas. Así lo reconocía Brillant-Savarin en el siglo XIX, quien lo recomendaba contra el desfallecimiento de empedernidos amantes.
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Curiosamente, durante el siglo XVII, monjas, frailes y canónigos se convirtieron en devotos consumidores de chocolate. Eran tiempos de ayunos exacerbados y cuaresmas severísimas, y nada mejor para las necesidades de aquellas afligidas comnidades que una bebida reconfortante que no pusiera en peligro sus almas. Aferrándose al aforismo "Liquidum non frangit ieunium" ("El líquido no quebranta el ayuno"), los religiosos se lanzaron a consumir incontables cantidades de chocolate.
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Las fotos que acompañan esta anotación no son de una monja como podría imaginar alguna mente calenturienta. Las encontré y aquí las traigo.
Aunque, sí, mira por donde, son de un bombón, de chocolate por supuesto, las cerezas son la nota de color y veo que se está deshaciendo por el calor veraniego.
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Por eso Isabel Preysler deja de hacer bombones Ferrero Rocher en verano. ¡Qué lista es la jodía! que diría Doña Rogelia.

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