miércoles, 30 de diciembre de 2009

Que viene el coco

El otro día llevé a mis sobrinos a tomar un chocolate con auténticos buñuelos de calabaza a la chocolatería Collado, junto a la plaza del Doctor Collado.
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A la salida callejeamos un poco y aparecimos en la Plaza del Patriarca y entramos en la Iglesia del mismo nombre a preguntar por el Concierto de Navidad.
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Desde 1972 se celebra el Concierto de Navidad, interpretado por el Orfeón Navarro Reverter, ahora Orfeó Valencià Navarro Reverter, y patrocinado por BANCAJA.
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Vi con pena que el concierto sería el sábado 19, fecha que ya tenía ocupada, por lo que no podría ir.
Lo que me llamó la atención es que se repartirían entradas dos horas antes del concierto. Esto era una novedad para mí.
Las veces que he ido había que "madrugar" para ponerse en la cola, con las puertas de la iglesia cerradas, y aguantar la humedad de la noche "diciembrera" valenciana.
Humedad que dentro en la iglesia persistía y de ahí las ganas, la necesidad imperiosa de obtener sitio en un banco.
¿por qué en un banco y no en las sillas de tijera que colocan para ampliar el aforo? Muy sencillo, en los bancos hay reposapies y así alejas, aunque mínimamente los pies del suelo, y así puedes pensar y llegar a creerte que ya no hace tanto frío.
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Bien, el caso es que no iba a ir al concierto y me quedé con el programa en la mano.
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Pero ya que estábamos allí podíamos ver, los chiquillos podían ver al famoso cocodrilo del Patriarca.
Pero tampoco pudo ser, porque está en el vestíbulo de la iglesia y nosotros habíamos entrado al vestíbulo del Colegio.
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No pasa nada, volví este fin de semana y le hice una foto al cocodrilo y aquí la traigo.
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El cocodrilo del Patriarca tiene una leyenda que paso a contar.
Hace mucho, mucho tiempo, no estaba todavía Zapatero y sólo por eso la gente ya era feliz, dice la leyenda que un cocodrilo apareció en la Huerta (las tierras de regadío que rodean Valencia), y que hubo un condenado a muerte en las Torres de Quart (las antiguas puertas de la ciudad que durante siglos sirvieron de prisión) que se ofreció a matarlo a cambio de su libertad. Este hombre se puso un traje hecho de espejos, y lo mató.
Lo disecaron y lo colgaron donde estña hora
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La realidad es fue San Juan de Ribera quien lo hizo traer del Perú.
Y lo puso en la puerta de la iglesia como símbolo de silencio, puesto que los caimanes, no tienen lengua.
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Así que realmente el cocodrilo no es un cocodrilo, pero el coco sí llegó y ahí tenemos a Zapatero desde entonces.

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